Julio César Chávez vs Edwin Rosario tuvo lugar el 21 de Noviembre de 1987. Un combate trepidante en el que Julio César Chávez le demostró al mundo de lo que era capaz. Un combate que bien podría ser la gran obra maestra de Julio César Chavez, sin tener la épica de aquel primer enfrentamiento ante Meldrick Taylor y que fue declarado el combate del año. Tampoco tuvo el colosal escenario el día que calló a Greg Haugen ante más de 132.000 espectadores, ni la repercusión mediática que logró en el combate ante Hector Macho Camacho

Julio César Chávez vs Edwin Rosario

Julio César ya era un boxeador experimentado, había vencido a Mario Azabache Martínez, combate en el que se proclamó campeón mundial. También enfrentó al duro Rubén Castillo venciendo por KO, mismo resultado que logró en su primer enfrentamiento ante Roger Mayweather. No podemos olvidar tampoco las victorias ante Juan Laporte y Rocky Lockridge. Pero para muchos Edwin Rosario era el primer gran rival que tenía en su carrera.

El mexicano había pasado la escoba en la división de los pluma. La calidad del boxeador azteca era innegable, pero muchos tenían la duda de como reaccionaría ante un peso ligero natural como era Edwin Rosario. Era sin lugar a dudas una pelea de mucho riesgo para Chávez.

Edwin Rosario tenía un record de 31 victorias, 24 KO’s y dos derrotas ante Héctor Macho Camacho y José Luis Ramírez. El chapo Rosario era uno de esos noqueadores temibles. Experimentado y con una carrera que ya practicamente le garantizaba el ingreso en el salón de la fama.

El boricua trató de intimidar a Chávez durante los días previos al combate. Dijo cuando y como lo iba a noquear. El mexicano muy comedido al final replicó «Los boxeadores puertorriqueños hablan más que pelear».

El Combate

El combate se inició igualado. Julio César sometió a su rival a una presión asfixiante. Rosario logró contragolpes certeros pero el mexicano castigaba primero en las zonas blandas y luego arriba dejando al boricua sin posibilidades.

Julio César Chávez fue asumiendo la posición de dominante hasta el punto que hacía lo que quería son su rival. Ese día El Chapo Rosario debió recibir más ganchos al hígado que en el resto de su carrera. El vetarano boxeador también conectó golpes de gran poder sobre la granítica mandíbula del aspirante. Pero la gran mayoría de golpes de poder eran esquivados por Chávez y si cintura mágica.

En el quinto asalto salió el tigre, Chávez se fue a por todas durante el último minuto del asalto. Conectando furiosas combinaciones que hacían preveer que el combate no daría mucho más de si.

El mexicano empezó el sexto con una sonrisa en la cara, se notaba la confianza que había ido cogiendo a medida que pasaban los minutos, especialmente el último minuto del asalto anterior. Chávez continuó la tortura. El referee llamó la atención de Chávez en varias ocasiones por golpes bajos. Ambos se fueron al cuerpo a cuerpo donde Rosario fue sometido a un castigo de esos que duelen solo de verlo. Pero aguantó, rígido y con los dientes apretados hasta que sonó la campana.

En el séptimo asalto el boricua cambió de mentalidad y tató de conservar una distancia prudencial sobre el mexicano y funcionó. Logró llevarse el asalto sin perder la cabeza por el camino. Lalo Medina, entrenador de El Chapo Rosario, avisaba a su pupilo de que estaba perdiendo.

Una sólida combinación sobre el rostro le dejó claro a El Chapo que su entrenador tenía toda la razón. Seguidamente Chávez rompió la distancia a la que lo intentaba mantener el boricua y descargó toda su furia sobre las zonas blandas. El castigo fue brutal hasta que sonó la campana.

En el noveno el panorama para el boxeador de Puerto Rico era desalentador. Su rostro estaba descompuesto, la sangre emanaba de su labio inferior y su ojo izquierdo estaba prácticamente cerrado. Una vez mas Edwin Rosario trató de aprovechar el espacio y mantenerse alejado de las combas que le lanzaba el mexicano en la corta distancia. Obviamente Chávez se esforzaba en lograr justamente lo contrario y tuvo más éxito. El boxeador por debajo en las cartulinas acabó el asalto ya practicamente derrotado, ensangrentado y con los dos ojos muy inflamados.

Chávez prosiguió en su trabajo de demolición. El castigo sobre la zona media se estaba convirtiendo en un calvario para Puerto Rico. El mexicano marcó una gran diferencia en este capítulo.

Edwin Rosario parecía tener serias dudas sobre si tenía realmente sentido salir al decimoprimer asalto del combate, pero Lalo Medina aún tenía esperanzas. El título mundial pesaba mucho.

Definitivamente Chávez salió a por todas, sabía que podía acabar con su oponente si seguía en la línea del anterior asalto. Se lanzó a por Edwin Rosario castigándole todas las partes de su cuerpo. Rosario aguantaba valiente las continuas envestidas del mexicano, pero Chávez fue filminante. El castigo estaba siendo excesivo y Lalo Medina decidió poner fin a la carincería. Lanzó la toalla y el referee Richard Steel detuvo el combate.

Julio César Chávez lograba su segundo título mundial seguido y se mantenía invicto con nada más y nada menos que 57 combates.

Tras el combate Chávez reconoció que nunca había castigado tanto a nadie como lo hizo con Edwin Rosario. Añadió que ese castigo había venido motivado por las excesivas salidas de tono del de Puerto Rico durante la promoción del combate y repitió lo que ya dijo antes del combate, los boxeadores de Puerto Rico hablan mucho y pelean poco. No obstante también admitió que Edwin Rosario era un gran boxeador y que sus golpes le habían lastimado hasta en tres ocasiones. Pero al final del combate fue El Chapo Rosario el que acabó realmente lastimado y con el rostro totalmente desfigurado.

Ambos boxeadores han sido unos auténticos referentes. Realizaron un combate que pasó a formar parte de la historia de las grandes noches del boxeo.